Conócenos

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¿Por qué andando, se preguntarán ustedes?

Andando porque para mí, es la única opción ante lo bueno y lo malo, ante las encrucijadas en el camino.Este blog nace en una época oscura, un período en donde tocaba fondo y cuando se toca fondo, uno encara dos opciones: Quedarse sumergido  o subir a flote. Yo, pues, como buena “andante”, decidí subir a flote.Y en medio de todo esto, hubo amigos que nunca se apartaron de mi lado, que creyeron en mí, que me ayudaron a encontrarme.  Pero no solo eso, me animaron y enseñaron que estos textos aunque a veces oscuros, son hijos que debo querer y aceptar.  A ellos, les dedico este blog.

A ellos, ¡gracias! Por tanto y tanto…una y otra vez.

En este sitio trato de exponer  sobre lo cotidiano y lo divino, y poner algo de lo divino en lo diario. Acá encontrarán las huellas de mis amigos, y lo que pasa en esta bella ciudad del sol, cuando éste brilla y cuando no.Por su parte, ésta que escribe ama, sueña, sangra y vuelve a amar, pero sobre todo, es una eterna  adicta de los cambios, siempre buscando nuevas aventuras. Para ello, queda prohibido dejar de andar.

Creo en el amor, en la amistad, en regalar sonrisas y detalles sin segundos pensamientos. Creo en ir haciendo del mundo un lugar mejor mediante nuestras acciones. Creo en hacer el amor, porque consigo trae la paz, y ya eso extiende un manto llamado bien.

¡Ahora sí: Sean todos bienvenidos a mi espacio, que ya es SU espacio!

¡Quedan en casa!

♥ Daymè

 

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Traigo un secreto guardado bajo las uñas de mis manos: esta que les escribe no soy yo. Esta que traduce ideas en letras, y que crea historias y poemas, no es más que una musa indiscreta que me toma por asalto en mis momentos más felices…Pero como debo «presentarme» formalmente, le daré un empujón a la musa usurpadora y haré lo pertinente para que me conozcan.

Mi nombre es Les Urdanivia Tru. Ultimamente se me ha metido en la cabeza viajar por el mundo en un barco de madera, como los antiguos piratas y vikingos. Asi que por el momento, voy a omitir mi ubicación geográfica, para no crear conflictos innecesarios.

Mis amigos me llaman Lola Green…Apellido que le debo al verde de mis ojos. Soy casi tan alta como Pulgarcita, y aunque ahora tengo mi cama en una cáscara de nuez-cortesía del Capitalismo-, en mi tierra natal dormía en una casa inmensa donde iban a parar la gente que se perdía en el camino, y algún que otro primo en las vacaciones y fines de semana.

Nací un día de lluvias y apagones. Mi madre es una bruja bellísima que decidió enamorarse de un duende cabezón, de boca grandota, que resultó ser mi padre. A los dos los amo inmensamente, aunque en afinidad, sólo heredé de mi madre sus manías, y de mi padre, su bocota. A los 16 años encontré mi primer amor. A los 17 lo perdí, y luego aprendí a vivir sin él.

Cuando soy Les, escucho rock clásico, miro una que otra novela, duermo las ocho horas que exige Morfeo diariamente, y trabajo en una universidad. Disimulo muy bien en el papel de mujer segura y adulta para despistar a aquellos que recién arriban a mi vida. Los convenzo con un par de tacones y la frase de orden: «Estoy muy ocupada con mis obligaciones; no tengo tiempo para más», y ellos, que apenas se imaginan quién soy, me creen una más del montón, y se aburren de conocer a alguien tan «plain» casi que de inmediato.

¡Ah! Pero eso es sólo para despistar…¡Ya les dije! El que se aburre de Les, entonces no merece conocer a Lola. ¡Y esa sí que es de anjá! Lola tiene un alma que mueve al mundo. Se ahoga en baladas y hace una fiesta ella sola. Le gusta sentarse a ver atardeceres, o simplemente, sacrificar una noche de sueño por ver salir el sol. Lola escribe hasta con los pies, si algún día no pudiese usar sus manos. Y sueña con un caballero de triste figura que la rescate de los demonios más temidos que de vez en cuando la atormentan. Lola cree en el poder supremo del perdón, la salvia curativa de la amistad, y en la esperanza redentora del amor. Lola siembra vida, y va por ahí sin esperar nada a cambio, cosechando sueños.

Si estás leyendo esto, te invito a que me esperes; a que descubras un poquito más de estos ojos que no te ven, pero que buscan incesantes la idea de saberte sentado al otro lado de la pantalla; a que te quedes, como un secreto más, bajo las uñas de mis manos…

«Vengo desde tiempos inmemoriales.

Sin embargo, la magia del alma, que es la magia del corazón,

sigue siendo la misma: Pura Poesía…»

© Leslie Urdanivia

 

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Sentí en mis pies una sacudida de ardor después de la hermosa mañana que me había regalado  y la cual sin vacilaciones, había decido conquistar aquel día.  La arena, que había dado vueltas sin remordimientos  dentro de mis dedos, quemaba mi piel.  Lo vinculé en aquel momento  con el ardor que sentí en mi pecho el día que supe mi abuelo había muerto. Arde aquí adentro,  el adiós que nunca pudo darme. Arde el abrazo de la amiga que nunca mas volvía ver. Arden los sueños rotos y que poco a poco voy tratando de reconstruir. Arde irónicamente también, tratar de rehacerlos. Arde la perdida de la inocencia,  como ángeles muertos. Arden los amaneceres en cautiverio. Arde un beso de despedida. Arden las traiciones desnudas. Arden las promesas profanadas….Regresé de esa nube dudosa en la que me había subido y evadí  los ardores del alma.  Eche un vistazo hacia abajo, y recordé entonces que era solo arena en mis extremidades.  Los zarandeé un poco y seguí andando.

© Daymé García

Miami FL  11.25.11