Archivo mensual: marzo 2013
Breve catarsis para un final en paz
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El vuelo del colibrí
Balas perdidas fueron las señales
Traté de retenerla como a un arroyuelo
Que más tarde se vuelve estanque y apesta
Pasó el verano
Llegó la primavera
Emigraron las aves y volvieron a emigrar
Y seguí ahí
Sin entender nada
Para entonces ya ella estaba lejos y fue tarde
Cambió de piel sin yo sentirle
Tardé en distinguir cuando se volvió en fango el amor
Pero su recuerdo insiste
Y regresa cabalgando en cada golondrina
En las orquídeas, y las mariposas
Y en el eco risueño de alguna mujer que pasa.
11/05/12
Soy
Soy una mujer
hecha río y
Sangre ardiente
Del cuerpo perfecto,
Lo imperfecto
De los azahares, el aire
La palabra prohibida,
El talón de Aquiles
La mentira infalible
El deseo oculto
La partícula flotante en sus ojos
La revolución en su espalda
Soy una mujer
hecha torrente
Que ama y sueña
Y calla y espera.
03/11/13
Pintura: “Mujer de espaldas II” — Por Andrés Catalá
Augurio
Fuí a un río, especie de laguna con mi hermana. Este lugar era muy rico en vegetación, una reserva natural, en medio de la nada. Mi hermana se tira desnuda al estanque. Lleva flores en el cabello. Parece una ninfa. Estamos allí para sacarle unas fotos que debían ser lindas. Debían captar y transportar la esencia de aquel entorno. A pesar de que el ambiente se prestaba, y ella lucia hermosa, las fotos no “salían”. Tomaba una, otra y otra más y después de inspeccionarlas las encontraba “vacías”, sin gracia. Tome muchas. Ninguna me parecía la correcta, ninguna me satisfacía, las hallaba incompletas. Decidimos irnos, ella nunca supo de mi insatisfacción con las fotos. En lo que ella se eleva de las aguas, subo un poco el lente y me percato de un muchacho con su padre un poco más adelante de nosotras. Hablan, ríen. Yo no pierdo tiempo y tomo una foto y otra. Las reviso y la foto había captado toda la belleza que no había podido capturar en la sesión con mi hermana a pesar de las tantas fotografías que había tomado. El cielo tenia matices de rosado, medio naranja, azul aqua. Se ve la silueta del muchacho caminando por un puente, el puente es un tronco de árbol en el aire que une dos lugares que en algún momento fueron separados (el padre no sale). Ellos nunca supieron de nuestra presencia ni de las fotos. Me fui hechizada con el hecho de haberme llevado la imagen que quería sin haber previsto que no iba a ser ni la persona ni exactamente el perfil/ setting que había ido a retratar.
Se me ocurre pensar que el “amor” que busco esta cerca. Más cerca de lo que imagino. Tan cerca que aun no puedo verle. Se me ocurre pensar que estoy buscando/ mirando en el lugar equivocado.
(Este texto nace de un sueño que tuve el pasado 14 de Febrero)
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Mi felicidad lleva sus labios
Los besos de febrero son los besos más dulces que han probado mi boca. Su boca es un territorio que no deja de asombrarme, el cual recorro con las ansias que se come un chiquillo un helado, o se chupa un caramelo, o abre un juguete nuevo. Recibo sus besos como quien está a punto de recibir una tajada de mango, como quien presagia una limonada una tarde de verano. (Perdón por mi asociación con la comida, pero es que amo comer). Hambrienta, me extasío con su dulzura, dejándome llevar por su lengua. Saco a jugar la mía, introduciéndola en su cavidad hasta chocar con la suya. Ellas se enroscan como dos serpientes, haciendo de la situación un santiamén exclusivo. Mientras juegan, el encuentro despierta un centenal de vértigos en los más remotos lugares de mi anatomía. En una lucha ávida por el control, mi lengua gana haciendo que la suya se someta y se deje explorar. Mi lengua esta vez no sólo encuentra la suya, sino que la recorre hasta sus lugares más insospechados…
Lamo sus labios, saboreo su lengua. Chupo el borde sus carnosos labios lentamente hasta que por fin escucho que jadea. Sigo en mi activa exploración hasta que el jadeo es mutuo. Para entonces, el ya toma el control, haciéndome recordar que soy una mujer hambrienta y en expectativa de su reciedumbre.
Me echo como una gata desnuda, y espero entonces como una criatura indefensa que arranque este destello que nace de mi entrepierna cada vez que me planta los besos más dulces que han probado mi boca.
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