Sentí en mis pies una sacudida de ardor después de la hermosa mañana que me había regalado y la cual sin vacilaciones, había decido conquistar aquel día. La arena, que había dado vueltas sin remordimientos dentro de mis dedos, quemaba mi piel. Lo vinculé en aquel momento con el ardor que sentí en mi pecho el día que supe mi abuelo había muerto. Arde aquí adentro, el adiós que nunca pudo darme. Arde el abrazo de la amiga que nunca mas volví a ver. Arden los sueños rotos y que poco a poco voy tratando de reconstruir. Arde irónicamente también, tratar de rehacerlos. Arde la perdida de la inocencia, como ángeles muertos. Arden los amaneceres en cautiverio. Arde un beso de despedida. Arden las traiciones desnudas. Arden las promesas profanadas….Regresé de esa nube dudosa en la que me había subido y evadí los ardores del alma. Eche un vistazo hacia abajo, y recordé entonces que era solo arena en mis extremidades. Los zarandeé un poco y seguí andando.
© Daymé García
Noviembre 25,2011
Miami Beach, FL
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